Autora : Doris Sánchez

Tengo un compañero de piso del cual hago referencia en
varios artículos, mi vida tiene un punto
de alegría con su compañía todas las
horas que estoy en casa, porque no me puede acompañar a pasear que con agrado
lo permitiría pero no es posible. El
periquito "Blue" (azul en ingles) llegó a mi casa sin ser invitado un día cualquiera de mi vida,
aunque es un pequeño plumífero me hace saber en todo momento que está ahí apoyándome
en todo con sus repetidos pui, pui pui (igual se cree que es un pollito) Nos parecemos tanto que a veces me asusto, me
estará robando mi personalidad a veces pienso,
si el día está de lluvia se recoge en una esquina de su jaula y mete la
cabeza debajo de sus alas para guarecerse del frío, mientras yo me cobijo bajo la
manta y me recuesto en el sofá a escuchar música o ver la televisión, si hace
buen tiempo o es un día soleado se pone todo alborotado y sus vuelos de un
lado hacia el otro de su pequeña jaula
me parecen indicar que debo dejarle en libertad pero tampoco puedo, porque
podría morir ya que está habituado a temperatura distinta y poco espacio para que le impide volar. Si pongo música se alegra y salta cual buen dominicano a ritmo de merengue o
bachata.

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