Autora : Doris Sánchez
El “Moriviví” es una
planta cuyas hojas muy verdes se cierran
solo al tacto, mucha sensibilidad y un placer indescriptible que cuando niña
disfrutaba junto a mis hermanos y amigos, nos íbamos al monte en su busca y
siempre la encontrábamos por ser una planta silvestre. Lo aplico a mi propia vida y lo encajo en
distintas etapas con grados alternos se
sentimientos en mi interior, otra planta
muy inteligente es la llamada en mi tierra natal “Putica de noche” era todavía más hermosa y
especial, sus flores en llamativos colores, muy pequeñas pero hermosas se abren y perfuman todo el entorno solo por las noches y su aroma es muy fácil de reconocer, mientras que por el
día están cerradas. Yo me siento como
ellas, tan variable como mi presencia aunque a veces sea en ausencia, la vida
ha girado en mi entorno con tanta
rapidez que trabajo me ha costado encajar en el punto donde me encuentro pero
intentando siempre salir y avanzar en el camino hacia el objetivo deseado. Nadie nos puede garantizar lo que no espera
unos pasos más adelante, de todo esto saco lo importante y es que pese a todo,
mis ideales y objetivos siguen siendo los mismos, hay que salir del
túnel que nos dificulta la visión, más adelante todo brillará con luz propia
aunque los tiempos recién pasados hayan
dejado huellas sobre nuestros cuerpos y más en el corazón. Agradezco a la vida que a veces me ha
golpeado sin piedad pero también, que me ha dejado el aliente necesario para entender que todo es necesario, que las experiencias deben ser vividas, sufridas y
asimiladas, festejadas cuando el caso lo amerite y al final quedarnos con la
esencia del aroma inconfundible de nuestros sueños y los buenos recuerdos.
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