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POR : Mónica Nogueira, Santiago
Niegan una discriminación explícita, pero reconocen actitudes machistas y paternalistas que dificultan el acceso de mujeres a la dirección//Abogan por una política de Estado para hacer una conciliación real
Trece alcaldesas reunidas por El CORREO GALLEGO en la Cidade da Cultura. Desde la izquierda: Salomé Peña (Ribadumia), Alejandra Pérez (Bergondo), Fátima Monteagudo (Cuntis), Silvia Rodríguez Díaz(Portomarín), Pilar Souto (Arteixo), María Dolores García (Vilagarcía), Catalina González (Sanxenxo), María Dolores Faraldo (Betanzos), Carmen Leyte (Cartelle), Susana Vázquez (Porqueira), María Socorro Cea (Melide), Manuela García Freire (Vilasantar) y Ana Rodríguez Montero (Cerdido).
La situación de la mujer en la política no es mejor que en otros ámbitos de la sociedad. Con las elecciones municipales en el horizonte más próximo, EL CORREO GALLEGO reunió en la Cidade da Cultura, en Santiago, a buena parte de las alcaldesas que a día de hoy tienen en sus manos el baston de mando de sus concellos. En Galicia, no llegan al nueve por ciento los consistorios dirigidos por mujeres. Sólo 28 de los 315 ayuntamientos gallegos cuentan con alcaldesas, una cifra que sitúa a esta comunidad como la última autonomía española (descontando las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla) con administraciones locales bajo liderazgos en femenino.
Alcaldesas.
Foto: Antonio Hernández.
La propia dinámica de las organizaciones políticas, las cortapisas que no en pocas ocasiones se autoimponen las mujeres o lo mucho que han de demostrar para alcanzar un puesto de responsabilidad, son algunas de las razones que suelen ponerse sobre la mesa para explicar porque, ni por asomo, se cumple la proporción de no estar por debajo del 40% ni superar el 60%, que establece la Ley de Paridad.
La reflexión de las trece regidoras que acudieron a la cita de este periódico -las alcaldesas de Arteixo, Bergondo, Betanzos, Cartelle, Cerdido, Cuntis, Melide, Porqueira, Portomarín, Ribadumia, Sanxenxo, Vilagarcía de Arousa y Vilasantar-, niega la existencia de una discriminación explícita por el hecho de ser mujeres, pero reconoce actitudes paternalistas y, en el peor de los casos, machistas, que dificultan el acceso a la dirección.
A pesar de que ellas han tenido las puertas abiertas, son conscientes de que "algo pasa" a la vista de la infrarrepresentación femenina en el mapa municipal gallego. "Estamos muy lejos de poder hablar de igualdad. Hay que hacer un gran esfuerzo, tomar el tema en serio y trabajar en conjunto", apuntó María Socorro Cea, alcaldesa de Melide.
Todas coinciden en destacar que las mujeres aún cargan con la mayor parte del peso familiar y, por eso, creen crucial contar con el apoyo de la pareja para que las mujeres se decidan y puedan dar el salto incorporándose a la vida pública. "Lo que se logró hasta ahora fue gracias al trabajo y al mérito de las mujeres", subrayó Ana Rodríguez Montero, alcaldesa de Cerdido, que insistió en que "la apuesta ha de ser de mujeres y hombres, sino no habrá posibilidad". También la regidora de Sanxenxo, Catalina González, resaltó que todavía "hay muchos hombres que no están preparados para asumir cargas familiares. Es muy difícil compatibilizar el trabajo con la vida familiar y a muchas les cuesta renunciar a la pareja", dijo.
"Las mujeres somos el 51% de la población y en nada se parece su cuota de representación", afirmó Carmen Leyte, alcaldesa de Cartelle, para quien "un hombre no está incapacitado para hacer una tortilla", sin embargo lamentó que "queda un camino muy largo por recorrer". María Dolores Faraldo, que lleva el bastón de mando en Bentazos, pone el acento en que "lo más importante es cambiar las actitudes sociales" y puso como ejemplo el hecho de que cada vez que se presenta a unas elecciones "me separan de mi marido".
"La mujer no se acabará de incorporarse a la política si no hay un compromiso de los hombres a asumir sus responsabilidades y una política que nos ayude a salir de casa". Esta es la visión de Manuela García Freire, regidora de Vilasantar, que alertó de que si no se camina en esa dirección incluso habrá "un retroceso".
La dedicación que exige el cargo es un hándicap al que no basta que sea superado por las mujeres embarcadas en la dirección de un concello, sino también sus parejas, lo que no todos llevan bien. A ello se suma los horarios españoles de trabajo que imposibilitan en muchos casos la conciliación ya que muchas reuniones con los vecinos han de convocarse fuera del horario laboral lo que hace que sus jornadas laborales terminen ya entrada la noche. Por eso para Carmen Leyte la solución pasa por la apuesta "por una política de Estado para cambiar los horarios" y así posibilitar una conciliación real, refelexión que todas las alcaldesas compartieron.
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