Autora : Doris Sánchez
Si volvemos la vista atrás, en Galicia hará ya mucho tiempo
la mujer no tenía injerencia en asuntos importantes en todos
los ámbitos de la vida como mismo viven en otras partes del mundo en pleno Siglo XXI muchas
otras mujeres ya sea por su cultura u otras condiciones impuestas, incluso en países en vías de desarrollo. La mujer es la fuerza en el núcleo familiar,
posee una inteligencia innata que le ayuda a solucionar todo lo relacionado en
el hogar pero también en el plano laboral y personal. Siempre se ha hablado de que “Detrás de un
gran hombre hay una gran mujer” lema que a ninguna feminista le hará ninguna
gracia, porque si piensan como yo dirían que cuando un hombre tiene a su lado a
una mujer, con toda seguridad las cosas le irían mucho mejor, casa limpia y bien organizada,
ropa impecable, comida a su hora y cuidados con esmero, entre otros beneficios que si desapareciera esa persona física, todo andaría
mangas por hombro. Cuando el hombre gallego emigró en busca del bienestar para la economía familiar resquebrajada por una situación puntual, la mujer quedó al frente de los hogares y ahí me cuentan empezó a brillar con luz propia, al paso del tiempo ya tenía casi iguales derechos que el hombre y empezó la búsqueda de la igualdad (si estoy equivocada por favor, que alguien me corrija) esto ha pasado en muchos otros países.
Siempre he resaltado
las cualidades de una mujer, pero me refiero a la mujer tipo caribeña, que todavía conservamos esa arcaica cultura
del servilismo hacia nuestros maridos, parejas, hijos y demás, dentro de la igualdad que muchas mujeres andamos
buscando hará ya mucho tiempo, no entran estos privilegios especiales más bien,
consideramos que todo debe ser repartido al 50% inclusive los bienes gananciales
si es que los hubiera, porque en muchos casos no hay más que deudas y dinero
despilfarrado por falta de una buena administración. La mujer aprende sobre la marcha a ser madre,
esposa, empleada, todo le llega de golpe
y muchas veces se nos atraganta hasta
casi llevarnos a la asfixia pero siempre salimos airosas de toda situación. Adoro hablar de mi madre porque ella con
escasos estudios ha logrado muchos
méritos con esfuerzo propio, muy buena
en todo pero especialmente con los números tanto, que hasta llegó a tener comercio propio y su contabilidad
era bien exacta.
Quiero dedicar este artículo a todas las mujeres que en su
día a día intentan dar lo mejor de sí mismas, a veces sin el merecido
reconocimiento pero el solo saber que lo está haciendo bien le
sirve de recompensa y profunda satisfacción. Quiero que en este momento pienses en esa
mujer que tienes a escasa distancia, la que hace que tus días sean más
llevadero y sobre todo que tiene el control de muchas, piensa en esa campeona
que cada día te brinda una sonrisa y a veces hasta calla para no demostrar su
malestar, si ya la has elegido te pido otro favor, ¿Te atreverías a ir hacia
ella y darle las gracias por estar en tu vida?
No me vengas a decir que ella lo sabe,
las mujeres necesitamos escuchar aquellas palabras hermosas que nos
alegrarían el día, saber que alguien nos valora y reconoce lo que hacemos. Me siento muy feliz de ser mujer, he vivido mi propia experiencia y visto los resultados positivos en las vidas de las mujeres en mi entorno desde que era muy pequeña hasta la edad que tengo al escribir este artículo, 55 años bien cumplidos y bien vividos, gracias a Dios y a la guapa de mi madre que me ha dado la oportunidad de venir a este mundo.
Foto tomada en el Pazo de San Lorenzo, Santiago de Compostela.
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