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jueves, 6 de diciembre de 2012

¡¡Manos arriba!!



Autora   :  Doris Sánchez



Si algo me cabrea en gran manera es que se atente contra mi dignidad, aparte de que me invita a sacar todas las cartas que tenga bajo la manga  debo mantener aquellos principios que de toda la vida  nos transmitiera mi madre, mi adorada madre a la que tanto admiro porque es merecedora de todas las distinciones que pudieran  existir en el mundo.  Ella piensa  que la dignidad  es muy frágil y que debemos cuidar de ella  porque cuando se pierde nunca jamás se vuelve a recuperar,  la presunción de la inocencia le queda pequeña, cuando a alguien se le imputan delitos de cualquier tipo en cualquiera de los ámbitos sociales o judiciales, ya de por sí queda una mancha que jamás se podrá quitar, algo que empañaría su nombre,  su vida y la del resto de familiares y hasta relacionados.  Cuando me cabreo lo hago  igual que  una fiera cuando le intentan quitar a uno de sus cachorros,  y si en ella está de por medio mi dignidad es que  hasta muerdo,  porque no permito que nadie, pero "NADIE"  me señale con el dedo acusador sin pruebas,  porque "NUNCA" (que yo recuerde) he dado motivo para ello todo lo contrario, voy por la vida escurridiza, casi siempre  pegada en la pared,  o tal vez ocupando un rincón en el que no moleste a los que por allí pasen,  eso se llama respeto.  Igual estoy exagerando pero la palabra que más odio es "MENTIROSA",  porque siempre he presumido de ir con la verdad por delante, me beneficie o me perjudique, y porque  ella encierra muchas ofensas a veces innecesarias.   
 
 
Cuando veo a la gente practicar el tiro al blanco, ya sea con  flechas en una  diana, con pistolas de pintura o de agua, generalmente casi sin querer coloco al fondo un objetivo, mi objetivo, ese al que voy por él para despejar mi camino y librarlo de toda espina y maleza,  que pudieran  dejar  molestias  en el casco de plata que llevan   colocados mis caballos del triunfo en sus patas.  Debemos aprender a dar la vuelta en redondo y esperar los resultados finales, igual pudieran ser con un sobresaliente  porque para los que no lo saben,  con la verdad se llega a todos lados, no solo a Roma.
 
Aprende a llamar a las cosas por su nombre, a colocar a todos en su justo lugar y en especial, a nunca olvidar quienes somos, de dónde venimos , y los propósitos y metas que tengas  para el futuro.   Nunca permitas que nadie te deje en entre dicho, es muy necesario conservar el buen nombre,  que aparte de que abre puertas  y hasta ventanas, es el  que dejaremos al resto de nuestra descendencia, no solo a los hijos, vendrán nuevas generaciones que igual no nos conozcan pero que merecen tener   un  referente nuestro,  y   considero que debe ser el mejor posible.
 
 ¡La gatita de  María Ramo, que tira la piedra y esconde la mano!

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