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domingo, 23 de enero de 2011

Lo que pide el corazón







Autora: Doris Sánchez


La sensibilidad y el romanticismo se adueña de nuestra infancia y nos invita a soñar con el príncipe azul que alterará los latidos nuestro corazón y se apoderará de nuestros sueños aún estando despiertas, con tan solo pensar en esa persona que nos trastorna y pone razón dulzona en nuestro paladar y encanto en nuestras miradas haciendo ver todo mas hermoso y reluciente, la que es responsable de nuestras sonrisas y cambios radicales en nuestro aspecto físico y emocional, nos cambia la vida pensar en alguien y si somos correspondidos llega el beneficio por partida doble.

Cuando sentí todas esas sensaciones por primera vez en mi vida? La verdad que no lo recuerdo, pero tengo muy claro que lo sentí muy repetidas veces con varios chicos de mi entorno. El recuerdo de esos silenciosos paseos, esas esperas en las esquinas, mucho más placenteros cuando no había energía eléctrica, que bien recuerdo hará muchos años la tanda de apagones que a muchos perjudicaban a la juventud de la época nos venía como una bendición, poder escabullirme hacia la esquina o fuera de casa para ver a ese chico que venía en moto o a pie era tocar el cielo con las manos, esas excusas para ir a buscar el cuaderno prestado a casa de una amiga por exámenes al siguiente día siendo mentira, esas reprimendas y negativas de permisos para salir por parte de mi madre.

Esos amores que han sido parte de mi vida y que me acompañarán a la tumba, esos ladrones de besos que hurgaron en mi mirada logrando ruborizar mis mejillas, esos varones adorables que me hicieron soñar e imaginar un mundo hermoso rodeado de niños, trasladarme imaginariamente a otra ciudad o país para estar al lado de esa persona, atender esas llamadas telefónicas tan esperadas, me gustaría conocer el paradero de todos los que pusieron incentivo a mi vida dejando recuerdos agradables que cada día vienen a mi mente haciendome esbozar una que otra sonrisa de placer y satisfación.







Quién me habrá enseñado a besar? No lo recuerdo pero tampoco olvido, que no tenía ni idea de que para besar había que hacer algo más que juntar los labios con los de la otra persona, con la práctica se aprende me dijeron alguna vez y junto a mis amigas practicábamos para cuando nos llegara el momento quedar bien ante nuestro galán, esos trozos de espejos que se convirtieron en cómplices de nuestras risas y momentos de conversaciones de adultos cuando a penas éramos unas niñas, esas reuniones furtivas y secretas en cada recreo, nos faltaba tiempo, era tanto de lo que teníamos que hablar que nunca llegábamos al final de la conversación. Siendo inexpertas nos contábamos absolutamente todo y nos intercambiábamos consejos aún desde la inexperiencia.


A quien echo de menos de todos los amores que han pasado por mi vida? que en esencia no fueron tantos, pero para una niña todos ya eran sus novios, no entendíamos mucho del tema, lo que sí tenía muy claro era que me veía felizmente casada y con muchos hijos, pero lo raro de todo es que nunca me ví sumida en la pobreza con una docena de hijos hambrientos pegados a mi falda, descalzos y desnutridos, tenía muy claro que el tener hijos no solo es el sueño de toda mujer aún en su niñez, es el compromiso que desde pequeñas vamos adquiriendo, nos vamos concientizando y llegado el momento sólo hace falta ponerlo en la práctica.


Porqué cerramos los ojos cuando besamos?? parece broma pero no lo es, creo lo hacemos para soñar y convertir ese momento en algo especial, para apartarnos de todo incluso del miedo de que alguien nos sorprenda o interrumpa la magia del dulce momento. Quien me ha besado mejor en toda mi vida? eso lo tengo muy claro, esos labios carnosos que se convertían en pulpa cual fruta apetecible con ese cálido aliento que me transportaban al espacio logrando poner música suave en mis oídos aun en el silencio más absoluto, deteniendo el tiempo y convirtiéndome en la mujer más feliz del universo, no necesitaba nada más, si con sus besos era feliz el sexo nunca hizo falta. Ahora pasados los años me pregunto si habré sido tonta o me conformaba con poco, no tenía ni tanta edadni tanta experiencia, para mí esos besos eran lo máxilo, la consumación de la relación sexual.


Lo prohibido tiene su encanto, esos amores escondidos que celosamente manteníamos intentando que la vecina chismosa no se enterara porque de seguro iría a contarlo a mi madre y con el respeto que le tenía con toda seguridad me lo haría pasar muy mal, sus castigos eran muy severos. Mantener una relación a escondidas, intentar tapar el sol con un solo dedo era algo tan complicado por no decir imposible, esa amiga que era la cómplice de la recién estrenada relación, la que juraba que no revelaría mi secreto a nadie pero que en el fondo no podía guardar tan pesado secreto, aún sin querer a alguien se le escapaba dejandome al descubierto y muy disgustada, la que nos encubría y acompañaba al cine ante la negativa de nuestros padres de no dejarnos ir sola, menos si invitaba un chico. Se vivían otros tiempos en Dominicana, el modernismo de Europa y la forma libre que vive la juventud me hace envidiar su condición, no me tocó vivir nada de ello, antes había que llegar vírgen al matrimonio, aún recuerdo a mi madre recomendando no dejar que me tocaran los pechos porque se caían, con lo bueno que se siente y con los hermosos pechos que tenía era algo casi imposible, evitarlo era muy difícil porque es parte de la sexualidad, del placer de una pareja.








Aún recuerdo mi primer sujetador, toda una aventura, compra silenciosa que debí esconder por mucho tiempo siendo al final descubierta por mi madre, no es broma, aún no tenía esa necesidad pero me apetecía usar un sujetador lo recuerdo era rojo y lleno de encajes ja ja ja, tenía ganas de lucirlo a algún chico pero solo lo vieron mis amigas más cercanas. Lo más sensual y coquetas nace con nosotras, es algo inevitable.Si en la tele veía a hermosas mujeres pasearse en sus habitaciones muy sensuales en ropa interior ante sus parejas o galanes de turno, no me podía conformar con un simple refajo que en ese entonces usábamos las chicas de mi época, y como tengo una mente super avanzada por encima de los tiempos pues me quise adelantar para salir de la monotonía y tal vez del aburrimiento de verme siempre de la misma manera frente al espejo.



 
No era adecuado en una señorita que se respete declarase sus sentimientos a ningún chico, no te dejaba bien parada y tenías que ingeniártelas para atraer su atención, miraditas, sonrisas, amabilidad, el requerirle algún favor, o preguntarle por su hermana el truco más usado, si tenía una hermana te hacías amiga de ella y así llegabas a él sin ningún problema. La barrera entre la decencia y la indecencia, de lo moral a lo inmoral era muy frágil y había que evitar ser etiquetada en algunos de los grupos indeseados o de chicas fáciles, las recomendaciones eran hacerte la difícil aún estuvieras derritiéndote por el chico, valla tontería, hoy día las chicas declaran sus sentimientos e intenciones y no pasa nada, incitan al beso y hasta piden en matrimonio y ellos tan contentos porque les han ahorrado el trabajo.


Lo bueno de haber vivido intensamente es que cuando no tienes a nadie a tu lado, los recuerdos son tan hermosos que nos llenan intensamente y nos hacen disfrutar como si pudieramos retroceder en el tiempo, volver a vivir esa etapa tan maravillosa de nuestras vidas, recordar que fuimos enamoradas precoces, amantes de la vida y de los sueños, saboreando besos inocentes que con el tiempo nos hicieron merecedoras de un master, que aún en las distintas épocas no hicimos el pepel de niña tonta sin encantos, no solo el caminar sexi, las miraditas dulzonas, el dejar la estela de perfume, o presumir de maquillaje, la mini falda era la aliada de turno, usar unos tacones aún fueran de la madre o hermana, esos papelitos que llegaban a nuestras manos del chico que nos gustaba y que rompíamos en mis pedazos ante el miedo de que alguien más pudiera leerlos, ese pasar de mascotas de un pupitre a otro con notitas dentro, alguna de ellas descubiertas por el profesor llevándonos ante la Directora quien siempre amenazante nos reprochaba sin piedad, nos la ingeniábamos pero lográbamos nuestros propósitos, hacer un guiño al amor.

 


Engañar a mi madre no era nada fácil, parecía un militar en servicio las 24 horas del día de lunes a domingo, lo que hacía algo difícil mis ganas de escabullirme, cuando me negaba salir rompía todos mis esquemas y en muchos casos le desobedecí cargando con todas las consecuencias, el amor no pide permiso, ni entiende ni acepta posiciones incomprensibles, para él solo cuentan sus latidos y nada más y todo intento de alejarte de la persona por la que sientes atracción, es una invitación a acercarte aún más a ella, paradojas de la vida y una realidad. Lo prohibido atrae.

 


Cuando quiero pensar con quien habré sido más feliz no tengo respuesta, saco de cada persona lo que aportó a mi vida especialmente los momentos de alegría, el respeto, la valoración. Para no sufrir mejor dejar de lado a esas personas que en lugar de aportar empañaron la felicidad o su paso por mi vida no fue precisamente lo mejor que me ha pasado, no merecen mención en este escrito. Hubo los se aprovecharon de mi ingenuidad, o de mi posición laboral, de mis sentimientos o desinteresadas intenciones, tal vez del sometimiento femenino producto de un país en el subdesarrollo en el que la mujer no tenía muchos derechos, y que aunque estudiara le hacían reconocer que su deber estaba en ser madre y obedecer al marido, una manera de pensar sumisa y limitada, esos miedos al qué dirán y al castigo de mami. Esa es historia pasada, la juventud de hoy disfruta de mejores tiempos y a las de mi época solo nos queda recordar nuestras aventuras de infancia y esbozar una que otra sonrisa, si volviera a vivir me encantaría repetir la misma vida que he tenido, porque ha sido más emocionante que cualquier novela de Corín Tellado, pero con el mismo final felíz.




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