Autora: Doris Sánchez
Todos tenemos alguna que otra adicción y lamentablemente entendemos erróneamente que los adictos son los toxicómanos, alcohólicos, los que consumen en demasía tabacos o café pero la realidad es otra.
He conocido gente adicta a la coca cola, otros lo son a la ludopatía, el ordenador, el móvil, las compras compulsivas, la tele, las tarjetas de crédito, los viajes, a la mentira entre otras, en un grado mayor y salido de todo control puede ser muy perjudicial para la persona que la padece, que en la mayoría de casos requieren la asistencia de un profesional para salir del problema.
En estos tiempos en que España estrena su ley anti tabaco en la que prohíbe fumar en lugares públicos cerrados me siento muy satisfecha y agradezco se cuide mi salud como fumador pasivo, obligado a que los fumadores disfruten mientras yo enfermo. Gracias a los que han echo realidad este sueño impensable años atrás en los que fumar era un placer genial, sensual...
La imagen de Sara Montiel fumando mientras cantaba !Fumando espero al hombre que yo quiero!! ha quedado atrás con los buenos tiempos que corren, hoy día esa canción no huviese tenido la acogida ni tantas premiaciones que en esos tiempos, todo ha cambiado para bien de muchos y disgusto para otros tantos.
Somos autómatas y tenemos unas costumbres que repetimos día a día, que las vamos convirtiendo primero en gustos, luego en hábitos, más tarde en necesidad y finalmente en adicción. Lo que empieza tan fácil se transforma en una gran dificultad de la que no podemos hacer nada más que aceptar el problema y reconocer que éste domina nuestra voluntad.
Una adicción no es broma, no es algo pasajero, es algo real y el no corresponder a ello te trastorna causando fatiga, enfado contigo mismo y que afecta a tu entorno más cercano, bajada de ánimos, demotivación entre muchas reacciones más.
Todos somos adictos hasta los bebé de biberón porque si no le pones la leche o el chupete como acostumbras te reclama aún sea con gestos como muestra de protesta, en exigencia del cumplimiento de un protocolo aprendido convertido en costumbre.
De muy pequeña me he cuidado a no tener dependencia porque lo considero además de una limitación que afetaría mi independencia y mis ganas de libertad, que me cambiaría y convertiría en lo que no quiero ser. Consideré a mi madre como mi única dependencia a la que faltaba constantemente en busca de una libertad total.
El sufrimiento que hoy día están padeciendo los fumadores con las nuevas leyes que se están aplicando y que les impide fumar en lugares públicos cerrados entre otros, me recuerda que soy libre y que para nada me afecta ni esta ni otras disposiciones, encima tengo buena salud y me siento en estos momentos la mujer más libre del mundo, sin ataduras ni prohibiciones y con toda la libertad de ser y comportarme como mejor considero.
Tengo placeres que disfruto sin dañar mi salud tampoco la de los demás, adoro bailar aunque lo hago con poca frecuencia, pasear por las calles de Santiago de Compostela, escuchar Cadena 100, ver la tele y pasar páginas en el calendario, saboreando cada día y dando razón a mi vida intentando ser felíz conmigo misma, seguir escribiendo las tonterías que vienen a mi mente y que se han convertido en mi sustento emocional aparte de hacerme muy felíz.
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