Autora : Doris Sánchez
He estado en una discoteca de Barcelona en estas navidades y he descubirto las variadas maneras de felicidad que reflejaban las caras de los allí presentes, he aprendido que aún sentados sin apenas levantarme de la silla pude ser feliz y dejarme contagiar por la gente que a distintos ritmos movía su cuerpo en la pista, unos dando pasos seguros y a ritmo con la música, otros cual si lo intentaran, unos charlaban, otros tomaban alguna bebida y en general mucha felicidad.
Viendo a todos entendí que estaban muy felices y pasar horas en ese lugar me ha sido hasta relajante, no recordaba la última vez que acudí a una sala de baile, he perdido la costumbre pero valoro a la gente que tiene tanta voluntad para ser repetitivo en ello, el baile es divertido y más que un ejercicio, de forma comedida está bien malo es cuando caemos en los excesos, las malas noches pasan factura y dejan huellas en nuestro físico y sistema nervioso, nos altera el sueño y causa agotamiento, de tanto chillar nos causa ronqueras entre otros efectos que igual no vemos o sentimos. Yo en particular quedo con dolor en los pies, los tacones y el tanto movimiento casi me desintegran cual si fuera una pieza del coche.
Cuando se baila se alegra el corazón y hasta se disipan las preocupaciones que ya en otro momento habremos de retomar o sea que no desaparecen en su totalidad, es algo transitorio, un stop.
La gente que sabe bailar se hace necesaria en estos lugares, mi hermano Eliezer es un buen bailador y si hablo de Paula sería de gran elogio porque la niña se robó toda la atención con su baile de reguetón, una noche encantadora en la que pude saludar a amigas de mi hermano de antes conocidas y finalizar el año en compañía de parte de la familia.
Las alternativas son buenas, la música para mí es fundamental, escucharla hasta en casa me alegra la vida, es mi día a día e invito a la gente a refrescar la mente, a ser feliz de la manera que más os guste, a sentirse valiosa y a relacionarse con los demás, sumar más que restar, tener iniciativa para cosas que dejen buenos resultados, balances apropiados y sentido de la vida, mientras se pueda hay que vivir en armonía con todos los sentidos. La gente sonríe cuando baila como una muestra externa de lo que está ocurriendo en su interior, está disfrutando!! y si no me lo creen observenlo, nunca he visto a nadie que mientras baile tenga el ceño fruncido o refleje gesto de disgusto a menos que el bailador le haya pisado o no sepa bailar, yo en particular prefiero bailar sola a mi aire y si aparece un buen bailador acepto compartir el baile, es cuestión de suerte.
Dicen que a los latinos nos enseñan a bailar aún estando dentro del vientre, desde bebes aprendemos a mover el cuerpo al ritmo de la música y es celebración familiar usarnos como figuras centrales en espectáculos familiarias y en presencia de amigos. Raro encontrar a un caribeño que no sepa bailar ritmos tradicionales, merengue, salsa, bachata entre otros. A dar alegría al cuerpo si nos gusta el baile, mover el esqueleto es importante porque cuando estemos muy mayorcitos ya no podremos hacerlo de igual manera, solo quedarán los recuerdos y anécdotas para contar a los nietos.
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