Autora : Doris Sánchez
Salí al monte un día y me adentré en sus estrechos callejones,
que por momentos se anchaban para volverse a convertir en difíciles
pasadizos enmarañados sobre mi cabeza que por momentos me hacían poner en
cuclillas para poder avanzar, llegué a pensar en dejarlo, dar vuelta atrás pero
no, eso no estaba en mis planes, seguí
avanzando mientras del frío y niebla del
amanecer dejaba una suave manta de niebla sobre los arbustos, algunos con espinas
y otros con hermosas flores silvestres, intentaba mirar a lo lejos, más allá
del lugar donde me encontraba pero era imposible, la gruesa capa de matorrales
casi ataban mis pies y a duras penas y con mucho esfuerzo yo seguía avanzando
pero hacia donde iba, pues la verdad no lo tengo muy claro, igual me dejaba
llevar hacia el lado que menos dificultar tuviera para seguir dando firmes
pisadas. Hacia un lado me quedaban unas
piedras de distintos tamaños y del otro
creí llegar a escuchar algo así como
el sonido del agua al deslizarse por una cañada o pequeña pendiente,
tal vez era una fuente, algo me hacía intuir que habría un riachuelo cercano y
sentí deseos de llegar hasta ella pero no pude porque hacia ese lado los arbustos no
me dejaban avanzar por su gran espesura y humedad, por lo que seguí siempre de frente hasta poder ver con la claridad del cielo ya más despejado. Llegué a una parte llana y ausente de toda
señal de vida, ante mis ojos se extendía un mando de tierra muy seca, el
silencio se hizo presente, el sol daba en mi cara y espalda, es una pena que dejara mis lentes de sol, subí
hasta la parte más alta, jadeante y sudorosa saqué un pañuelo del bolsillo
trasero de mi pantalón vaquero, lo tendí
en el suelo y me recosté sobre la tierra muy seca, entre mis manos sujetaba una
botella de agua mojar mi frente y saciar un poco mi sed, mi corazón
palpitaba aceleradamente y justo allí, cerré mis ojos y dejé vagar mis
sentimientos, mis ansias, mis insatisfacciones, mis disgustos y cuando ya pensaba dar vuelta de regreso a la
casa vino a mi mente un pensamiento con
interrogante añadido, ¿qué buscamos las mujeres en un hombre? ese hombre
ideal cuyas facciones a veces dibujamos en nuestros pensamientos, el compañero ideal que cambiaría nuestras vidas de la noche a la mañana, el que nos llenaría de alegrías, el que nos
complemente y motive a ver todo nuestro entorno color de rosa. Toda mujer sueña con ese alguien
en su vida, y lo triste de todo es que muchas mujeres ya han encontrado a esa
media naranja incluso la tienen a su lado durante años y ni siquiera se dan por enteradas, otras en
cambio lo buscan incesantemente y no lo
dan encontrado por más esfuerzos que hagan. Cuando buscas generalmente no
lo encuentras o lo que encuentras no es lo que deseas, te invito a mirar a tu
lado, si lo tienes empieza a valorarle y si no lo tienes por favor deja de
buscarlo, porque vendrá a ti sin que hagas el menor esfuerzo, incluso te está
esperando donde igual no lo pensaste jamás.
Se hace tarde y debo regresar a la casa de campo donde me esperan para comer, sillas que serán ocupadas por gente que tal vez
ni conozca, quizás algún invitado que tenga relación con este escrito aunque yo no espero nada en especial.
El sol ha calentado y hace mucho calor, debo volver sobre mis reflectivas pisadas, un tema tan importante como la convivencia de todo ser vivo, la soledad, el
afecto, las muestras de cariño o de amor,
ya estoy llegando casi mejor continuamos esta plática en otro momento.
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