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sábado, 20 de octubre de 2012

Tus ojos, no son mis ojos


Autora   :  Doris Sánchez



Hablaba con una señora que me manifestaba su imperiosa necesidad de mantener  sus gafas puestas en todo momento para mejorar su visibilidad,  en la piscina, bañera de vapor y donde ella fuera porque sin ellas no podía estar, al parecer porque no distinguía entre una cosa y la otra a cierta distancia.   Todo eso es muy respetable porque todos en general, merecemos  sentirnos liberados de algunos esquemas que a veces nos colocan una barrera entre la necesidad y la satisfacción.  En principio intenté convencerla  de que puede ser más una necesidad mental por costumbre que  por necesidad, su acompañante me daba la razón pero ella se mantenía  firme en sus afirmaciones iniciales  y a pesar de mis recomendaciones no cambió de parecer, estaba tan convencida de ello que poco faltó para que me hiciera convencer  de que estaba en lo cierto, pero no era así.
Si nos trasladamos al plano personal e individual,  de maneras distintas todas las personas formamos ese esquema tan personal que defendemos a raja tabla convencidos  de que estamos en lo correcto aunque no sea así.  Nos aferramos a unas formas y estilos de vidas que no siempre serán   los más aconsejables pero insistimos en que es la mejor forma  y a mayores demostramos que  estamos en la razón, aunque  de ellas estemos muy distantes hacia los ojos  y el parecer de los demás, la expresión de que “Cada cabeza es un mundo” más bien permite que cada ser humano sea diferente en su forma de ser, pensar y actuar,  también existe la posibilidad de que seamos de una manera y pensemos o actuemos de  forma  muy distinta, ahí aparecerá el sabelotodo que dirá, esta persona tiene problemas de conducta, pero no es así.  Las personas somos tan cambiantes como las distintas estaciones del año, como la diferencia de las culturas de países  cercanos o  muy distantes de nuestros orígenes.  Nada es perfecto y de ahí que  sea tan difícil una convivencia  sin altos y bajos, la permanencia de las relaciones familiares, de parejas, amistades hasta vecinales, cuando sientes que te llevas bien o mal con una persona, difícilmente entendemos que es parte de la propia vida, de la naturaleza, nos comportamos de manera personal en principio y de ahí la relación con los demás, sin referirnos especialmente a una exactitud de convivencia.  "Todo es según el color del cristal con que se mira" Si cambias de gafas con colores del cristal  de colores diferentes, ya sean más claras o más oscuras lo entenderás incluso si te colocas unas carentes de cristal.
 
Existe una gran diferencia entre la recomendación o la exigencia hacia los demás, para ello están las limitaciones aquella tan famosa que dice  “Tus derechos empiezan donde acaba el derecho de los demás” es muy complicado saber si nos estamos pasando de esa línea roja, tal vez por prepotencia o abuso de autoridad, cariño, amor, deseo de ayudar o ganas de fastidiar a la otra persona.  Los padres reprochan a los hijos por su bien pero los hijos se pasan un montón cuando amonestan a sus padres olvidando la diferencia y el respeto.  Es un tema complicado que intento abordar desde distintos ángulos consiguiendo un efecto en conjunto.  El parecer de los demás cuenta mucho más que nuestras recomendaciones, sobre todo si es un asunto personal el que está de por medio.  En la vida unos necesitan  gafas para aclarar su visión exterior pero otros seguros de  poseer una visión 20-20,  están muy lejos de la realidad de  su  vida, de ahí  nace la necesidad de que todos choquemos con  el producto de nuestros errores, que nos servirá  para madurar y rectificar en los  errores reparables y asumir con responsabilidad los irreparables.  La vida es una escuelita y casi mejor dejar que toda persona adulta y en pleno uso de sus facultades físicas y mentales, camine sobre sus propias pisadas y obtenga sus propias experiencias de vida,  positivas o negativas es igual, eso le ayudará a forjar su propio  destino.
 

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