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domingo, 8 de julio de 2012

La bruja que se comía a los niños




Autora    :   Doris Sánchez


De pequeña recuerdo las cosas que me daban mucho miedo, nuestros padres generalmente ponían en nuestras mentes leyendas, cuentos o anécdotas que limitaban nuestro comportamiento y nos invitaban una y otra vez a meternos debajo de la cama  con una cara tan terrorífica como la de muchos personajes de ciencia ficción.  Lo que más temor me  causó durante años era la expresión de que la bruja me iba a comer, la leyenda decía que la bruja volaba sobre una escoba  las noches de luna llena, vestida totalmente de negro con un sobrero de alas anchas y un poco hacia arriba muy alargado.  Recuerdo que cuando  me encontraba con una señora que generalmente era una viuda, aterrorizada corría hacia mi casa llorando y diciendo que había visto a la bruja que se comía  a los niños,  la que nos intentaría regalar una manzana envenenada, mi madre decía no acepten nada que le regale nadie en las calles, pero nunca nos sentó ni dio una explicación al respecto, igual porque éramos niños y ella pensaba que no lo entenderíamos, porqué nos decían eso?? Te imaginas la carita inocente de un niño llorando porque no quería que se lo comiera la bruja?? Así como si fuera una merienda o aperitivo, eso fue parte de mi feliz infancia.  Mi madre tenía una prima que nos causaba terror, su visita a nuestra casa era un jorgorio de corre corre  todo el mundo  corría a esconderse con tan solo escuchar su voz, las camas resultaban ser pocas para tantos niños  (éramos 7  niños en mi casa)  buscando donde meterse.

La bruja fue y sigue siendo una leyenda, uno de los disfraces favoritos de los niños de unos años anteriores y de los adultos creo que aún mucho más. He pasado por una tienda de disfraces y poco me faltó para tirarme al suelo de la risa que me ha causado, mi infancia había vuelto a mi presente y me sentí tan poderosa que así reté al detestable traje a que saliera del escaparate para que ajustaros cuentas, tanto miedo me había causado cuando apenas era una niña que ya entenderás la sensación que sentí, todo había pasado y el pasado había quedado en mera historia.


Llegaba la fecha de carnaval y empezaba mi calvario personal y el de muchos niños, más tarde le robó protagonismo los disfraces de los Diablos Cojuelos, tradicionales especialmente de la ciudad de La Vega,  aparecían por todos los pueblos luciendo vistosos y coloridos  trajes llenos de infinidad de espejos y campanillas y más objetos que producían un sonido muy particular, cintas  multicolores que acompañaban con  unas  expectaculares máscaras tan terroríficas que   causaban pavor hasta a los adultos,  llevaban en sus manos unos fuetes y  vientres de animales secados que cuando te daban un sarpazo dejaban la marca para varios días con lo que duele!!! se metían dentro de   las casas y pedían ver a los niños, y los mayores nos sacaban de debajo de las camas y decían, vengan, están aquí!!!! Eso no se hace por favor, los niños no entienden esas cosas, eso de que   ahí viene el cuco, o que la muerte andaba rondando por las calles de la ciudad para llevarse a la gente que encontraba en su camino causó en los niños de mi pueblo una sensación muy desagradable, con lo fácil que es decir a un niño no salgas de la casa y ya está pero no, tenían que hacernos meter el miedo en los huesos, la mente, las entrañas y mucho más,  era solo costumbre de mi pueblo o era algo generalizado en todas las ciudades y el mundo, digo yo!!!   

Me alegra mucho haber crecido y perdido esos temores que tanto me limitaron, ahora soy más fuerte que Supermán y que Sansón, de adulta tengo un solo temor, el temor de la mano de Dios que suele ser implacable cuando no vas por el buen camino en el recorrido de la vida.  Ahí no hay cama que te oculte.   Cuando de pequeña me decían que Dios estaba en todas partes y que lo veía todo pensaba, qué guay!! si yo fuera como él, aprendía a amarle de muy pequeña y ahora me pregunto, por qué en esos momentos de tanta agonía no le llamaba para que viniera a rescatarme? igual porque el miedo te bloquea y limita hasta en los pensamientos, ya pasó todo y estoy vivita y coleando, qué alegría!!!  Hacernos mayor es algo tan hermoso, salimos a las calles con una mentalidad diferentes, nos sentimos responsables de nuestros actos o nuestra integridad física y moral, nos preparamos para la nueva generación que habrá de venir, los hijos, nietos pero  imitamos a nuestros mayores cuando nos llega el momento de educar? os lo dejo de tarea!!!

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