Autora : Doris Sánchez
Era el nombre de un programa
radial muy esperado por todos en el pueblo,
se emitía todos los días a partir de las 6:00 de la tarde
por Radio San Juan, una de las pocas emisoras de mi pueblo natal, durante una hora escucharíamos las voces de cantantes de baladas románticas del ayer, bajo la dirección y conducción de una mujer con voz de seda y tanta dulzura como su sonrisa misma, su
nombre es Olga Batista; una mujer de mediana edad muy admirada por todos sus compañeros de
profesión creo que yo la que más, quería
copiar de ella suavidad en las palabras, esa pronunciación tan perfecta y ese
tono pausado que nos hacía llegar casi a
la impaciencia consiguiendo siempre su objetivo, la expectación del público, su
atención y hasta la interrogante de saber quién sería el próximo invitado. Recuerdo
se elegía por votaciones y todos nos volvíamos locos llamando para dar
nuestro voto según los artistas que competían, que generalmente eran dos voces
famosas. Cuando me enteré que había dejado la radio me llevé un gran disgusto porque la consideraba imprescindible en ese medio de comunicación, yo también la dejé igual había surgido otras prioridades en nuestras vidas.
No recuerdo haber manifestado nunca a Olga Batista nada sobre mi gran admiración hacia ella durante nuestros años en la radio, no recuerdo cual de las dos abandonó el pueblo primero, lo que sí recuerdo es haberla visto una tarde en una tienda del Área Central, en la capital dominicana, pero desde mucha distancia en la que ahora me encuentro deseo manifestarle todo ese cariño y admiración, alguien con toda seguridad le llevará este mensaje. Cuando miro mi carné que me acredita como profesional de la radio, no puedo evitar sentir nostálgica y ganas de retomar ese pasado tan hermoso de mi vida, recuerdo a todos con especial cariño, también a mis compañeros de entonces, todos ocupan un lugar en mi corazón y me motiva a buscarles y mantener esa linda relación que nos unió, esos recuerdos del viaje a la capital a examinarnos para optar por tan distinguido reconocimiento, ser locutores profesionales, autorizados para usar los micrófonos a nivel nacional, algo que siempre pensé que me quedaba grande pero aprendí a aceptar como algo normal porque era y sigo siendo al día de hoy, muy correspondida por la gente que me seguía, esa que decía que yo era muy simpática sin saber que una de las facetas más importantes de un comunicador es la simpatía, el permitir el acercamiento de la gente para que aprecie en primera persona que eres una persona normal y corriente no un extra terrestre, la fama es pasajera y dura mientras ocupas un lugar en arena movediza.
El marco de referencia para todos
los aspectos de nuestras vidas es muy importante, tengo muchos referentes en la
radio, Vicky Piña (Mi mentor) Luis Alfredo Batista, Luis Ramón de los Santos,
Lucía Díaz (la primera sanjuanera en usar los micrófonos de radio de manera profesional) entre otros pertenecientes a una generación anterior a la mía, yo quería ser buena en lo que hacía,
les escuchaba hasta el cansancio, atendía a sus recomendaciones porque quería aprender y claro que se me notaba, les veía como a famosos, algo que estaba muy por encima de mi y hasta inalcanzables, me preguntaba cada día si conseguiría llegar al menos a la mitad de su profesionalidad, todavía me pregunto si lo logré o me quedé a mitad de camino, al menos lo intenté.
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