Autora : Doris Sánchez
Nos pasamos la vida analizando qué debemos o no
decir, cuando en realidad lo que más nos apetece en gritar al mundo lo que nos
pasa, especialmente cuando ello es producto a las malas acciones o inacciones
de los demás que vaya casualidad, casi siempre viene de alguien que tiene el
poder o sea la sartén cogida por el mango.
Tan culpable es que no hace nada como el que permite que terceros obren deliberadamente
en perjuicio de los demás. Si todo el
que estuviera pasando por una situación insostenible lo hiciera de conocimiento
público, os aseguro que todo marcharía mucho mejor porque no hay peor mensaje que el
que se hace públicamente. Doy el consejo que de antes debí aplicarlo a mi propia vida porque he vivido una situaciones inaceptables y nunca he renunciado a mis derechos, sin derecho a pesar de tener los conocimientos necesarios para abordar o el asunto, muchas veces me he tenido que sentir como la más ignorante con mis manos atadas y una mordaza en la boca para no echar sapos o culebras de ella, intentando que todo
llegue a feliz puerto, sin la necesidad de tener que adoptar medidas más contundentes que igual puedan dejar en evidencia
la negligencia o el incorrecto proceder de terceras personas.
En el juego dicen que todo vale pero llegado el momento la
copa se desborda y se rompe por exceso de presión. Todo tiene un límite y cuando sientes que te pisan tus derechos, y que
juegan al ajedrez con las fichas que te corresponden, no queda otra que salir a
dar la cara para reclamar lo que te
corresponde además del respeto, exigir el cumplimientos de lo establecido no
es malo, pero cuando no tienes la manera de llegar hasta la pared de concreto
armando que de paso te está bloqueando el camino, no queda otra que afrontar lo
que haga falta para seguir adelante. En
la vida civilizada todo está compuesto por normas que corresponden a una legislación que deja muy claro que todos tenemos derechos y deberes, lo ideal sería que se
cumplan pero, cuando no se cumplen qué haces?? Lo que debes hacer es no tener
miedo y luchar contra las injusticias sin que importe el ámbito
que corresponda, familiar, laboral, social, judicial, el primer paso es tener el soporte documental necesario que te avale ante los reclamos que pienses
presentar o exponer públicamente, las pruebas que corroborarán tus
afirmaciones y demostrarán que contigo
se ha estado cometiendo una injusticia.
Cuando denuncies ya verás que a la lista se sumarán muchas más personas
que igual están viviendo peor situación que la tuya, y no te asombres si por necesidad tendrás que convertirte en el
paño de lágrima de muchos cuando en realidad solo esperabas comprensión y hasta
un hombro solidario para recostarte y llorar tu indignación.
En el mundo han dejado huella aquellos personas que su vida ha sido
para luchar en defensa de los más necesitados, defender sus derechos y siendo voz para los desprotegidos y
hambrientos, Mahatma Gandhi siempre será mi mejor referente, el ejemplo que todo ciudadano de buen corazón debe seguir, el poder destruye a las personas, las reviste de un armazón de bronce que les impide ver más allá de sus narices, es una enfermedad contagiosa cuyo antídoto ha sido imposible descubrir. Es muy triste que los más indefensos no tengan el respaldo que merecen, que a todos nos llamen ciudadanos al mismo tiempo que se nos coloca las etiquetas correspondientes para evitar que se junten los mansos con los cimarrones, es una pena formar parte de una sociedad tan descompensada, lo mejor de todo es que por es nunca olvidar que la vida es un un hermoso regalo de Dios y que cada día de injusticia que vivamos nos sirva para fortalecernos más, y a puro pulmón poder gritar desde lo alto el reclamo que fuera necesario. Si la injusticia ha entrado en tu vida sin haber sido invitada, denuncia, no te quedes callado porque si lo haces, estarás alimentando a la serpiente venenosa que acabará con todas las gallinas que hay en el gallinero, la rabia se contagia, y si una fruta está podrida en medio de una cesta sacala cuanto antes, porque infectará a todas las demás. No revises el corazón de los que te hacen daño, mira hacia adentro y cuida que el tuyo siga siendo transparente como el cristal.
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