Autora : Doris Sánchez
Antes las personas hacían negocios “con el compromiso de la palabra” por su profundo valor, se usaba el trueque porque la moneda en metálico no existía y había intercambio de productos de un lugar a otro sin el menor inconveniente. La palabra era de mayores pero estos exigían a los menores del círculo familiar a valorarla y sobre todo darle continuidad a lo largo de los años, sin tan siquiera llegar a imaginar que las cosas cambiarían para bien con tanto modernismo, jamás pensaron que cada país tendría su propia moneda como sello de identidad entre otros distintivos regionales, que cambiaría el modo de vida en todos los aspectos, desde la sociedad, lo comercial, a nivel académico, vendría un mundo nuevo.
Cuando la palabra dejó de tener valor y la gente se volvió más desconfiada aparecieron intermediarios para asuntos comerciales y financieros, se crearon las políticas económicas, aparecieron los bancos, grandes almacenes y centros comerciales, las firmas distinguidas y por todo ello desapareció la tan valorada palabra. Ya la gente no guarda el dinero en casa, lo hace en los bancos, ahora están los directivos gubernamentales, los notarios, jueces civiles, los procuradores, abogados, los financiamientos comerciales, los sacerdotes entre otros y todos tienen un denominador común, que para ejercer su función "usan la escritura en lugar de la palabra". La gente ya no se fía de la promesa verbal y por eso el valor de la escritura que aparte tiene fuerza legal.
Ahora existen unas leyes y normas en relación a los derechos de autor, a la importancia de la publicad, es una ley compleja pero hasta en la red tenemos su explicación. La gente acostumbrada a piratear todo no acepta su legalidad y muchos hacen caso omiso a dichas normas.
El bajar música y películas por la res es algo muy frecuenta especialmente entre los jóvenes, así evitan el pago correspondiente pero hay una gran diferencia entre la persona que baja una película o música para consumo propio y la que lo hace para reproducción con fines comerciales, que agrava el delito.Llevo mucho tiempo sin escuchar a nadie decir “Te doy mi palabra por tal cosa” y si alguien la dice nos lo pensamos dos veces y casi mejor que sea un familiar o un conocido, porque no nos fiamos para nada. Hemos ganado en modernismo pero yo jamás olvidaré los tiempos de mi abuelo y mis tíos que cultivaban la tierra, hacían sus cosechas, las vendían y vuelta a empezar como si fuese un círculo sin final. No tenían estudios ni conocimientos administrativos pero os juro eran muy buenos en ello. Jamás escuché una discusión ni enemistad, trabajaban de toda la vida con familiares, vecinos y eran como una familia, con la palabra de por medio para todos sus asuntos ya sean familiares o comerciales.
Te doy mi palabra de que este día lo convertiré en algo especial, que disfrutaré del hermoso día soleado que hace en Santiago de Compostela. Te doy mi palabra de que pase lo que pase si tengo vida, intentaré seguir escribiendo lo que anda dando vueltas dentro de mi cabeza, que hacen tanto bien a mi alma, porque lo que escribo es porque lo siento, y cómo me siento. Te doy mi palabra de que lo que esté de mi parte lo usaré para mejorar mi vida y la de aquellos que estén en mi entorno. Te doy mi palabra de que este día será mejor que el de ayer, pero no tan bueno como será el día de mañana.
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