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viernes, 23 de septiembre de 2011

Confesiones de amor







Autora   :  Doris Sánchez



Los recuerdos que guardo en mi mente sobre situaciones sentimentales son muchos y creo me darían para escribir varios libros, no me puedo quejar porque a lo largo de mis años he sido muy afortunada en el amor, no me quedé  solterona (jamona  o para vestir santos como se dice en mi tierra natal y que causa el temor de todas las chicas, llegada una edad ya todos le invitan a enamorarse, casarse y tener hijos).  Disfruté de varias experiencias sentimentales, unas mejores que otras pero en general  todas están frescas en mi memoria como el primer día porque forman parte de mi vida.



Cuando era  casi una niña y aún cursando mis estudios primarios que recuerdo aquel uniforme caqui ( marrón) que para nada me gustaba, todos los días veía a un chico de ojos verdes  muy hermosos  que me buscaba en el recreo y  a lo lejos me miraba con ojos de enamorado a la vez que  me lanzaba piedrecillas mientras sonreía de una  manera muy especial que a mí me encantaba.   Me gustaba pero no sabía como corresponderle, corrían otros tiempos en los que las madres nos marcaban distancia de los varones, nunca nos vimos de cerca y recuerdo que un día quise corresponderle con las piedrecillas y lo eché a perder todo.  La piedra que sin querer le lancé le causó una herida que no recuerdo si fuera en la frente o al lado de un tobillo, lo que inicialmente debió ser un consentimiento de amor se convirtió en sangre, carreras y mucho temor.








Corrí lo más rapido que pude hasta  mi casa que quedaba bastante cerca y recuerdo le dije a mi madre, cierra todas las puertas que viene la Policía a buscarme, me metí debajo de mi cama y mi madre sin entender nada me preguntaba qué ha pasado??? yo de decía es que lo he matado, he matado a ese chico sin querer y entre lloros le contaba lo sucedido.  Pasé varios días sin querer ir a la escuela y cuando lo hice le vi de lejos pero ya su mirada no era enamorada ni de complicidad más bien se alejó tan pronto me vio, no me sonrió ni mucho menos me tiró piedrecillas, se había acabado el amor sin nunca haberme llegado  a dar ni un beso, no hubo ningún contacto físico  cercano pero yo sentía que le quería.



Los años han pasado y siempre he tenido ganas de volver a verle, pedirle disculpas y decirle que no le quise hacer daño todo lo contrario, me gustaba mucho pero no tenía la edad suficiente para manejar una situación que me superaba, ahora las cosas serían distintas, los años nos ayudan a madurar y a demostrar los sentimientos,  no recuerdo su nombre pero sí su dulce y agradable mirada.


Nota:

Para que entiendan mejor este artículo explico algunas cosas.  En mi pueblo natal  en la República Dominicana había dentro de un mismo recinto escolar dos escuelas una separada  de la otra,.  Mercedes Consuelo Matos era solo de chicas, Francisco del Rosario Sánchez era  para  los chicos, compartíamos un patio común que casi siempre los profesores vigilaban que no cruzaramos hacie el lado contrario.  Eran otros tiempos y por ello recalco el poco contacto que teníamos con el sexo opuesto, como mucho con los padres, hermanos o primos, con suerte con algún vecino y siendo muy pequeños porque ya adolescentes era casi imposible, mi madre era batuta y constitución, no se le pasaba ni una mirada, parecía un sargento de guardia, ahora está más calmada la buena mujer.






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