En una tarde de verano con un calor sofocante y luego de una larga siesta alguien toca a la puerta de mi piso y al abrir solo me encuentro con una hermosa jaula dorada con un lacito muy pequeño de color azul y en su interior un perico solitario con la pechera azul haciendo honor a su nombre, con plumas de colores combinando el negro con el blanco pero no veo a nadie más y decido esperar.
Lo primero que se me ocurrió pensar que había sido mi hijo Abraham que siempre me está diciendo Doña cómprese un perro, o un gato o un perico para que no viva sola, le he reiterado más de una vez mi deseo de libertad por haberme sentido enjaulada parte de mi vida, sin libertad de obrar y actuar conforme a mis deseos, estoy viviendo una etapa de mi vida maravillosa de viajes, entradas y salidas y tener a un animalito en casa me coartaría mi libertad aún fuesen unos peces hay que atenderles y no quiero ver la hora que luego de cogerle cariño tenga que vivir sin él.
Aún pensativa en la puerta sin ver a nadie más ahí estaban ellos, la pareja de recién casados riendo en complicidad de lo que acababan de hacer, me estaban entregando una responsabilidad que la verdad no creo poder asumir, un perico de nombre "Blue" las recomendaciones del agua, comida, que le gusta la música, que le canten y que cierre las persianas en seguida si se me llegara a escapar para que no se estrelle contra los cristales, como que es algo complicado para mí, a partir de hoy parece que mis noches no serán solas, igual me llama a de madrugada para que le cante una nana o le ponga una bachata, o con su aleteo me despertará al ver salir el sol, no tengo ni idea de lo que pasará después de hoy.
Al ver mi hijo mi tortura mental me ha reclamado Doña pero al menos de las gracias, pues no estaba yo para gracias, más bien tenía ganas de darle hacerle mil reproches. He tenido animales de compañía en otros tiempos, cuando mis hijos eran pequeños y los podían disfrutar, ahora la vida me ha cambiado creo es algo tarde para ser madre de nuevo aún sea en el cuidado de una mascota.
Pensándolo mejor, más me conviene tener a mi lado a un periquito inofensivo que a personas dañinas que me roben la alegría.
Venida de una familia de Aldea tengo amor por el cantar de las aves pero en libertad, siento gran pena de ver al pobrecito ahí enjaulado, me parece que es algo tímido ahora estoy algo preocupada, no me puede decir si le duele la cabeza o si tiene frío, igual alguna vez necesitará que le lleve al médico o vacunas, no entiendo nada de nada, será posible que ahora tenga que leer literatura para la correcta crianza “de un perico”, es que a mí me pasan las cosas más raras en la vida, lo bueno es que se sale de la monotonía con esos cambios sorpresivos.
Admiro a la gente que tiene animales en casa, los que les dan cariño y el cuidado adecuado, entiendo que alegran la vida y que de una manera u otra se identifican con nuestros sentimientos y hasta estados de humor, mi hijo me dijo “ no hables alto que se asusta” pues aprovecho que estoy escribiendo porque así no se podrá asustar, qué puedo hacer?? Dicen que los regalos no se devuelven, buena gana he sentido que se lo llevaran pero de eso nada, no me han querido ni escuchar, pues nada, ahora somos dos, gracias Abraham y Mila.
No hay comentarios:
Publicar un comentario